dilluns, 16 de maig del 2011

"Intento formular mi experiencia de la guerra" (Jaime Gil de Biedma)- Arnau Gallardo

Fueron, posiblemente,
los años más felices de mi vida,
y no es extraño, puesto que a fin de cuentas
no tenía los diez años.

Las víctimas más tristes de la guerra
los niños son, se dice.
Pero también es cierto que es una bestia el niño:
si le perdona la brutalidad
de los mayores, él sabe aprovecharla,
y vive más que nadie
en ese mundo demasiado simple,
tan parecido al suyo.

Para empezar, la guerra
fue conocer los páramos con viento,
los sembrados de gleba pegajosa
y las tardes de azul, celestes y algo pálidas,
con los montes de nieve sonrosada a lo lejos.
Mi amor por los inviernos mesetarios
es una consecuencia
de que hubiera en España casi un millón de muertos.

A salvo de los pinares
-pinares de la Mesa, del Rosal, del Jinete!-,
el miedo y el desorden de los primeros días
eran algo borroso, con esa irrealidad
de los momentos demasiado intensos.
Y Segovia parecía remota
como una gran ciudad, era ya casi el frente
-o por lo menos un lugar heroico,
un sitio con tenientes de brazo en cabestrillo
que nos emocionaba visitar: la guerra
quedaba allí al alcance de los niños
tal y como la quieren.
A la vuelta, de paso por el puente Uñés,
buscábamos la arena removida
donde estaban, sabíamos, los cinco fusilados.
Luego la lluvia los desenterró,
los llevó río abajo.

Y me acuerdo también de una excursión a Coca,
que era el pueblo de al lado,
una de esas mañanas que la luz
es aún, en el aire, relámpago de escarcha,
pero que anuncian ya la primavera.
Mi recuerdo, muy vago, es sólo una imagen,
una nítida imagen de la felicidadretratada en un cielo
hacia el que se apresura la torre de la iglesia,
entre un nimbo de pájaros.
Y los mismos discursos, los gritos, las canciones
eran como promesas de otro tiempo mejor,
nos ofrecían
un billete de vuelta al siglo diez y seis.
Qué niño no lo acepta?

Cuando por fin volvimos
a Barcelona, me quedó unos meses
la nostalgia de aquello, pero me acostumbré.
Quien me conoce ahora
dirá que mi experiencia
nada tiene que ver con mis ideas,
y es verdad. Mis ideas de la guerra cambiaron
después, mucho después
de que hubiera empezado la postguerra.


Biografía del autor

Jaime Gil de Biedma nació en 1929 i pertencía a una familía de la alta burguesia castellana, estudió derecho en Barcelona y en Salamanca.
Evita el surrealismo y busca la contemporaneidad en el lenguaje. Fué un miembro destacado de la llamada Escuela de Barcelona, pero en 1974 sufrió una crisis que le obligó a dejar la vida literaria .

Comentario del poema (ayudado por internet)

En este poema Jaime nos cuenta sus vivencias de la guerra cuando él solo era un niño de diez años.
Mucha gente piensa que cuándo se produce una guerra,las personas que salen más perjudicadas son los infantes y eso no es cierto ya que los niños al no ser consciente de lo que provoca una catástrofe cómo esta, ellos la disfrutan haciendose pasar por adultos y luchando en ella, quitandole importancia al tema.
Una vez que termina todo y aquél niño crece y se hace adulto comprende que el punto de vista que tenía él sobre la guerra cuándo era pequeño era erróneo, se da cuenta que una guerra no es para disfrutarla sinó que es una cosa muy seria de la cuál realmente las personas que acaban siendo las más afectadas són los niños por el hecho de que ellos la viven con felicidad pero es una batalla que arrasa con ellos, teniendo ellos la menor culpa de todos.

Figuras Retóricas

Hipérbaton
Hipérbole
Metáfora
Epíteto
Antítesi

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